La desconexión total de la vida en las ciudades, fuerte tendencia global, es posible con los pequeños y pequeñas para que estos descubran que el mejor aprendizaje se realiza en el bosque, en medio de la naturaleza virgen de La Gomera. En ella respiran aire puro y comprenden que cada animal y cada árbol tiene su espacio y que juntos crean la belleza que les rodea. Declarada Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO, con el Parque Nacional de Garajonay, reconocido también por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad, La Gomera posee, además de este Parque Nacional, 16 espacios naturales protegidos y más de 600 kilómetros de senderos.
Este paraíso de La Gomera está alejado del estrés, del reloj, de la contaminación y ofrece materiales para jugar que la misma naturaleza nos brinda. Desde palos y piedras, semillas, frutos que coger directamente de las ramas o plantas, hasta rutas y senderos que despertarán los sentidos de los niños más allá de lo que jamás imaginaron. Así, podrán despertar y distinguir el canto de un pájaro, diferenciarlo de otro observándolo en su propio hábitat natural, permitiendo que el sol, siempre con protección, les recargue de energía para todo el día fabricando vitamina D tendidos bajo el cielo azul.
Conectar y sentir el bosque
También podrán descalzarse y sentir la tierra húmeda por el alisio en el Parque Nacional de Garajonay, donde respirarán aire puro para oxigenarse y regenerarse con los bosques de laurisilva, aferrados desde la Era Terciaria a la isla con sus raíces. En este Parque se pueden reservar rutas educativas en familia para el acercamiento a estos árboles milenarios mediante juegos con los que los niños y niñas aprenden a identificarlos por las características de sus hojas. En este sentido, el Centro de Interpretación del Parque Nacional hace excursiones guiadas gratuitas con guía en español, previa reserva en www.reservasparquesnacionales.es.
En La Gomera el aprendizaje es vivencial, porque todos los juegos y actividades son en el exterior. Vivir el bosque es una nueva tendencia no solo de salud, sino también de aprendizaje. Y es que el aire libre reporta beneficios para el sistema inmune de los niños y, además, les ayudará en su crecimiento.
Además, no hay que olvidar el yodo del mar de La Gomera, donde hay buen tiempo todo el año, para ayudarlos a protegerse de los resfriados en invierno. En la Playa de Vueltas, ubicada en Valle Gran Rey, en un entorno protegido de las corrientes marinas se puede tener el primer contacto con el agua cuando no saben nadar. Luego, una vez que ya se defienden, pueden remar en kayak por zonas como Playa de Santiago, en Alajeró. La edad mínima para el bautismo de buceo son ocho años, cuando podrán sorprenderse con la riqueza de las especies vivas de los fondos marinos gomeros en lugares como Playa de La Cueva, en San Sebastián de La Gomera.
Y mientras están teniendo estas experiencias nuevas y únicas disfrutarán de un aula grande, ventilada, luminosa, sin problemas de espacio, en un entorno natural donde los niños desarrollan de manera innata su motricidad y la creatividad. ¿Cómo resistirse a ser creativos escuchando el lenguaje silbado de La Gomera como un arrullo del viento? Este lenguaje ha sido declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad y, junto con el salto del pastor, es una de las tradiciones que más sorprenden a los pequeños. La habilidad se puede aprender a partir de los 12 años y pone en activo el cuerpo y la mente de los pequeños.
La naturaleza como pedagogía sensorial
Montar a caballo es un momento único de contacto con un animal vivo al que peinan y dan de comer antes de salir al recinto a cabalgar, siempre guiados por un monitor si no tienen experiencia. Existen rutas básicas para las familias que no son expertas en equitación, como la que une San Sebastián de La Gomera con Hermigua. Son 25 kilómetros de nivel básico y es de gran belleza e interés, porque se ven todos los pisos de vegetación de la isla con sus degradaciones de colores vivos.
La observación de aves despertará en los más pequeños instintos que fortalecerán sus lazos con el medioambiente. Con esta actividad los niños aprenden a conocer y reconocer, amar y respetar estas especies y practican algo muy importante como es la paciencia. Si vamos en ruta al Parque Nacional de Garajonay, podemos encontrar hasta 30 variedades de pájaros. En las zonas costeras de, por ejemplo, Valle Gran Rey, se pueden divisar especies endémicas y en el mar veremos aves marinas de alta mar, pero que anidan en La Gomera.
Estas actividades ayudan a desarrollar la inteligencia naturalista de los niños mediante el contacto directo con los animales y el bosque. Su capacidad de observación, limitada a la concentración en un punto, que es necesaria para no perder el ritmo en las ciudades y ser competitivos, se multiplica cuando sus sentidos se abren a todo lo que les rodea en la naturaleza. El ser humano procede de ella y el amor es instintivo. Entonces siente la necesidad de describirla. Así que expande su capacidad para el lenguaje y descubre nuevas habilidades emocionales como la empatía o la atención, pues son más conscientes de sí mismos y de lo que les rodea, de forma que sus sentimientos afloran con naturalidad.