La vida “Slow”. Conectar con la naturaleza en el siglo XXI

La Gomera conecta con la vida a través de su naturaleza virgen y la riqueza de sus aguas marinas
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Vivir el momento en la naturaleza sin prisas sucede en La Gomera de forma automática. La naturaleza virgen te recibe y te rodea por sus 600 kilómetros de senderos; su impresionante Parque Nacional de Garajonay, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO; sus calas paradisíacas con aguas reconocidas como Patrimonio de Ballenas de Europa por la Alianza Mundial de Cetáceos y una gastronomía donde la calidad de los productos Km 0 se ha convertido en seña de identidad indiscutible. Además, es Reserva de la Biosfera de la UNESCO y cuenta con 17 Espacios Naturales Protegidos. Se proponen aquí algunas paradas para subirse a la vida “slow” con todos los sentidos en una isla que valora sus tradiciones sin prisas:

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San Sebastián de La Gomera, último puerto de Cristóbal Colón antes de partir hacia el descubrimiento de América, está salpicado de viviendas típicas y monumentos con historia como la Torre del Conde, el pozo de la Aguada, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o el Museo Casa de Colón. Además, es el punto de inicio de rutas de belleza mística como la que nos lleva hasta Jerduñe. Otro sendero que nos dejará en completa armonía comienza en el mirador de La Laja, la Degollada de Peraza, desde donde discurre el camino natural Cumbres de La Gomera, 43,5 kilómetros de contacto directo con la naturaleza. Como premio, de regreso podremos disfrutar del delicioso almogrote o el potaje de berros en los restaurantes de La Gomera. Su sabor despertará nuestros sentidos a nuevas sensaciones. El Monumento Natural de Los Roques corona un recorrido singular belleza que enmudece.

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Mira al Atlántico desde su privilegiada situación sobre una colina, rodeado de verde intenso de los cultivos. El mirador de Abrante, ideado por el arquitecto canario José Luis Bermejo, sostendrá nuestros pies sobre el paisaje para acercarnos después en coche al entramado urbano con calles estrechas y empedradas. Merecen una parada especial la iglesia de San Marcos y el caserío de Lepe, un lugar donde los relojes se paran deambulando sin rumbo con vistas a la montaña.

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En el Parque Nacional de Garajonay se esconde el gran tesoro de la isla: el mayor reducto de laurisilva del mundo. Se trata de un bosque de la Era Terciaria casi extinguido, pero con especies únicas que bien podrían haber salido de un cuento. Reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad, no es de extrañar que al adentrarnos en sus senderos comprendamos por qué la vida sigue un ritmo natural que nada tiene que ver con el que imponen las ciudades. Con 18 rutas señalizadas, podemos comenzar con la Ruta de Arboreto de Meriga como primera toma de contacto, para seguir con la ruta de Las Creces o Raso de Bruma y Risquillos de Corgo. Especialmente mágicas son las rutas en torno al bosque de El Cedro.

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La zona alta de este municipio es un lugar realmente auténtico por su vino con denominación de origen de La Gomera, sus paisajes imposibles, sus tradiciones ancestrales y la buena mesa. Allí encontraremos la Fortaleza de Chipude, centro ceremonial de la antigua religión aborigen y, en el Cercado, el Centro de Interpretación de Las Loceras, museo dedicado a la cerámica típica de la isla que hunde sus raíces tipológicas en los tiempos anteriores a la conquista. Para descubrir las propiedades de la savia de palma, tesoro de La Gomera que se obtiene de la palmera, visitaremos el Centro de Interpretación de La Miel de Palma, ubicado en Alojera. Su proceso de elaboración y la intensidad de su sabor resultan inolvidables. Además, en la costa norte se encuentra el Monumento Natural de Los Órganos, un acantilado de columnas basálticas, parece reinar sobre los mares dejándonos sin palabras.

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Sus casas blancas están rodeadas de verdes barrancos y gozan de unas privilegiadas vistas al mar, donde nos esperan sus negros arenales, como el de la playa de Santiago, donde desemboca el barranco con el mismo nombre. Además de la Iglesia del Salvador y la Ermita de San Lorenzo, tienen especial interés los Acantilados de Alajeró, que han sido declarados Sitio de Interés Científico, con una belleza salvaje incomparable. Además, en esta localidad podremos ver el Drago de Agalán, árbol que une la tierra con el cielo de La Gomera desde hace más de 400 años.

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En él disfrutaremos del sosiego del mar y su serena compañía gracias al buen tiempo de La Gomera. Tras adentrarnos en las montañas y recorrer paraísos verticales llegamos a una costa llena de posibilidades. Entonces, nuestra hambre de sol queda saciada en el Charco del Conde, piscina natural de La Gomera ideal para los más pequeños; Playa de Las Vueltas, también para el disfrute familiar a resguardo de las corrientes; La Calera, cerca del pueblo o Playa del Inglés. Estas últimas son perfectas para perderse teniendo siempre en cuenta las peculiaridades del mar abierto.