Con 59 senderos señalizados, La Gomera es un auténtico paraíso para los amantes de las caminatas
Alguien tararea bajo el agua de la ducha antes de cerrar el grifo y vestirse con pantalón corto y sandalias. En el suelo descansan la ropa de la excursión y las botas de trekking. La casa rural está cubierta por el cielo estrellado de La Gomera, al abrigo de los montes del Parque Nacional de Garajonay, que se distinguen por su silueta. El grupo acaba de llegar de realizar la ruta San Sebastián-Hermigua, y parte temprano a la mañana siguiente hacia El Cedro-Ermita de San Juan. Las predicciones meteorológicas para esta jornada invernal son de sol a mediodía y 23 grados de temperatura, con aviso de bruma por la tarde. Las luces se apagan poco después. El sueño llega pronto en esta isla mágica cuando la caminata pone en orden las prioridades de la vida.
El Mirador de Risquillos de Corgo, en Vallehermoso, con unas vistas únicas.
La experiencia de trekking comenzó cinco días antes, tal vez una semana, el tiempo que se recomienda para descubrir y disfrutar de la cultura y la naturaleza de una isla que está integrada en el Sendero Europeo (E7) a través del sendero de las Islas Canarias (GR131). Además, posee otras rutas bien señalizadas, pero fuera de los caminos convencionales que hacen las delicias de los amantes de la aventura. En total, en La Gomera hay señalizados 59 senderos recomendados. Entre ellos, destacan 30 rutas lineales y 29 circulares con dificultades diferentes, incluyendo los del Parque Nacional de Garajonay, y dos grandes rutas (GR) que atraviesan la isla. En la temporada alta de invierno, desde octubre a Semana Santa, las bajas temperaturas del continente empujan a elegir Canarias como el destino europeo de clima templado. Además, cuenta con la ventaja de ser español, lo que suprime mucha burocracia en el viaje.
Así que antes de salir a la primera ruta de trekking, como siempre, el grupo de excursionistas revisa la mochila para asegurarse de que el equipamiento es el adecuado. Calzado ajustado al tobillo, crema solar, agua, bastones, abrigo y un botiquín de primeros auxilios. Por delante, seis municipios que recorrer (San Sebastián, Hermigua, Agulo, Vallehermoso, Valle Gran Rey y Alajeró), con hospedaje en casas rurales de la zona y un objetivo común: descubrir el tesoro de La Gomera recorriendo sus senderos.
De origen volcánico y con una superficie de 369 kilómetros cuadrados, esta isla posee un corazón elevado y cubierto por un bosque de hace muchos millones de años, el Parque Nacional de Garajonay, con más de una veintena de especies que se remontan a la Era Terciaria, por lo que es Patrimonio Mundial de la Humanidad desde 1986. Dada la altura del mismo, el Pico Garajonay posee 1.487 metros, toda esta isla mágica está surcada por profundos barrancos o degolladas y unida por hermosos valles, por lo que es Reserva de la Biosfera desde 2012. Su peculiar belleza implica que, para recorrerla a pie, hay que subir hasta la zona alta y volver a bajar, siempre con vistas al mar, siempre cerca de la montaña.
Es fundamental llevar también en la mochila la predisposición de los cinco sentidos que es necesaria para encontrar cualquier tesoro: vista para sorprenderse, oídos para serenarse, olfato para respirar hasta suspirar, tacto que permite caricias y gusto para comprender que el camino se encuentra caminando. Un camino que dice mucho del espíritu del gomero, trabajador y emprendedor, supo sortear las limitaciones de su realidad paisajística creando senderos con sus manos y utilizando para comunicarse el lenguaje del silbo, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2009.
Vista de los roques guardianes de La Gomera.
De esta forma, con los cinco sentidos y buena forma física, continúa la excursión en grupo por los senderos de La Gomera. La isla situada en medio del océano Atlántico devuelve con creces la aventura de dejarse llevar. Así, entre el canto de los pájaros, el sendero acaba formando parte del excursionista que avanza sobre tierra verde, ante la mágica panorámica de La Palma, Tenerife y los roques, dentro de otro mundo, probablemente el suyo, al borde de los desfiladeros, pero sin perder el rumbo.
Por eso se termina el día tarareando una melodía bajo la ducha, en perfecta armonía con la naturaleza que rodea y con el sueño fácil de buena salud. Al día siguiente, la aventura de trekking en La Gomera continuará y, cuando la intensidad y la belleza están al alcance de un paso tras otro, es mucho más fácil quedarse dormido, descansar y despertar para seguir caminando en busca del tesoro.