El Silbo gomero

Cualquier lugar del mundo puede tener como atractivo gastronomía propia, arquitectura histórica o paisajes naturales. Pero solo hay un lugar en el planeta tierra que tenga un lenguaje silbado que sirve como método de comunicación entre locales. Solo La Gomera, por sus características geográficas y por la férrea voluntad de sus habitantes, mantiene vivo un idioma que data de siglos atrás y que sigue hoy más vivo que nunca.

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Caserío-de-Imada-La-Gomera
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El origen del silbo

Su origen data de mucho antes de la llegada de los conquistadores hispánicos a las islas. Fue creado por aborígenes canarios, los primeros habitantes de La Gomera, cuando todavía usaban el guanche como idioma. Es a partir del siglo XVI cuando el silbo empieza a adaptarse al castellano hasta llegar a la actualidad.

Ampliamente usado en todo el archipiélago, la aparición de la tecnología, la emigración de los habitantes de la isla y la llegada de nuevos habitantes foráneos redujo el papel del silbo en el resto de las islas. La Gomera, por el contrario, siempre fue el mayor estandarte del silbo: por su geografía distintiva, repleta de valles, barrancos y muros, el lenguaje fue clave para el desarrollo de la agricultura y ganadería local. Surge como recurso para comunicarse a larga distancia entre pastores, llegando a viajar hasta cinco kilómetros.

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Es importante insistir en que no se trata de un sistema de códigos preestablecidos para expresar unos contenidos limitados sino un lenguaje en su totalidad, articulado, con la capacidad de intercambiar ilimitados mensajes siempre silbando. Mediante la imitación o codificación de una lengua, en la actualidad el castellano, reduciéndolo fonéticamente a seis sonidos, dos vocales (grave y aguda) y cuatro consonantes (grave continua, grave interrupta, aguda continua y aguda interrupta). El tono y la continuidad del silbido distingue cada palabra. 

Las técnicas de silbido requieren una precisión física y una fortaleza que solo se adquiere mediante la constante práctica. Se utilizan labios, lengua y las manos, muy diferente a cualquier otro lenguaje que solo requiere de la cavidad bucal para emitir diferentes frecuencias. Por todo ello, el silbo es definitivamente especial. 
 

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Salvar el silbo gomero

A mitad del siglo XX el silbo sufre una crisis de identidad muy grave. Para la clase media y alta, el uso del lenguaje se reduce a pastores y agricultores, y con la agricultura perdiendo peso en la economía local, existió un riesgo muy alto de que el silbo dejara de usarse. La desaparición llegó a ser una posibilidad real, ya que solo algunos mayores eran capaces de usar y entender el silbo pero la población decidió actuar. La propia comunidad gomera abrió centros para enseñar el silbo gomero a los más jóvenes en asociaciones de padres y madres o clases extraescolares. Una prueba del amor y orgullo que se siente hacia el idioma. 

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Unos años más tarde, los gobiernos autonómicos y locales deciden unir fuerzas para intervenir en la protección del silbo gomero. Desde 1999 se ha convertido en una asignatura obligatoria en las clases de primaria y secundaria, se creó una Escuela del Silbo Gomero para alumnos que quisieran seguir los estudios post obligatorios hasta convertirse en instructores y se inicia un proceso de digitalización de todos los materiales para distribución local y global. 

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Reconocimiento y estudio internacional

Por su singularidad, el silbo fue denominado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009. El principal motivo fue el trabajo realizado por el gobierno para salvar el lenguaje y expandirlo. Según el informe de la propia organización, una gran mayoría de la población de La Gomera entienden el silbo, aunque solo aquellos nacidos antes de 1950 y los que han asistido a clase tras 1999 pueden ponerlo en práctica. 

Además, el silbo gomero ha sido considerado de interés a la hora de estudiar lenguas animales o posibles lenguas extranjeras por el Instituto SETI, debido a la capacidad de codificar de manera natural un lenguaje de un modo muy distinto al resto de los idiomas humanos comunes.